Follar es, entre otros, componer en hojas algo. Aquí se folla. Muchísimo (en verdad no tanto como quisiéramos).

Bajo el árbol de castañas.

El camión de basura había dejado caer una caja vieja de zapatos finos en la mitad del camino. Como la caja estaba vacía, el viento la había llevado dando vueltas hasta llegar al bosque donde, al golpearse con un árbol de castañas, se había detenido. Después de varios días sin que nadie reclamara la caja vacía, unos inquilinos decidieron mudarse a ella. Es de esta manera que, en una caja vieja de zapatos finos detenida a la mitad del bosque vivía un caracol esmeralda llamado Capitán. Junto con él, y en perfecta armonía, vivía también una oruga larguirucha a la que todos apodaban Serpentina. Capitán y Serpentina tenían repartidas las labores de la casa nueva. Mientras Capitán estaba encargado de encerar los pisos con su rastro de baba, a Serpentina le tocaba mordisquear los bordes de la caja para lograr que ésta, aunque vieja, tuviera muy hermosas puertas y ventanas. Todo era felicidad para los inquilinos de la antigua morada de los zapatos finos que hoy viven en el guardarropa de una señora que no los usa más. Un día, sin embargo, Capitán y Serpentina discutieron. Resulta que el caracol esmeralda había encerado demasiado los pisos y la oruga larguirucha había mordisqueado mucho los bordes de la caja, entonces su casa nueva ya no parecía tal cosa, sino una gran resbaladera de cartón donde todos los demás bichos del bosque querían jugar. Disgustados, Capitán y Serpentina fueron a buscar a Manzanita, que era la hormiga más saludable del hormiguero que existía debajo del árbol de castañas donde había aterrizado la otrora caja vieja de zapatos finos. Manzanita escuchó las versiones de ambos inquilinos y les propuso una idea: A cada bicho que quiera jugar en la resbaladera se le pedirá una hoja, rama, piedrita o hierba silvestre a cambio. De esta manera, antes que llegue el invierno Capitán y Serpentina tendrían su caja de cartón reparada y podrían protegerse del frío. El caracol y la oruga quedaron maravillados con la sabiduría de Manzanita y siguieron sus consejos al pie de la letra. Fue así como en poco tiempo lograron recolectar suficientes hojas, ramas, piedritas y hierbas silvestres para reparar su casa. Pero no la repararon. El negocio de la resbaladera les había resultado tan bueno que ninguno de los inquilinos quería perderla, entonces pensaron en construir su casa nueva sólo con lo recolectado por los demás bichos y continuar teniendo el juego que tanta riqueza les había prodigado. Así lo hicieron y rápidamente edificaron una enclenque casita de hojas, ramas, piedritas y hierbas silvestres que, temblorosa, se apoyaba sólo superficialmente en la resbaladera que Capitán y Serpentina se habían resistido a componer. Manzanita se había enterado de lo cometido por la oruga y el caracol, pero no les había dicho nada pues, como era muy sabia, confiaba en que eventualmente recibirían su lección. Un día, mientras Capitán y Serpentina compartían una castaña que había caído del árbol que les hacía sombra, sintieron un estremecimiento enorme a su alrededor. Poco a poco, veían como su casa nueva se iba cayendo, las ramas se desprendían y las piedritas se golpeaban contra el piso. Asustados, salieron de ahí un instante antes de que la casa les caiga encima. Una vez afuera, comprendieron lo que había ocurrido. El hombre de los pies de goma, el que siempre caminaba por el bosque con una bolsa plástica y una vara puntiaguda, había clavado ésta última en la resbaladera de cartón, depositándola de por vida en la bolsa. Parados bajo el árbol de castañas, Capitán y Serpentina vieron como lo habían perdido todo. Su casa estaba destruida y su resbaladera se había ido. El invierno estaba encima y los inquilinos no tenían donde vivir. Tocaron la puerta del hormiguero y también las de los otros bichos pero ninguno respondió. Serpentina encontró una hoja y Capitán le hizo un rastro de baba para que se fijara al piso y les sirviera de techo. Cuando llegó la primavera, todos los bichos del bosque salieron a jugar y a disfrutar el día. Todos menos la oruga y el caracol, que se separaron a la mitad del invierno. Capitán se pegó al hombre de los pies de goma y se fue del bosque. Serpentina se metió a vivir a una castaña que se cayó del árbol a destiempo. Al hombre de los pies de goma le daban asco los caracoles y pisó a Capitán. Y la castaña donde se metió Serpentina, estaba podrida. Los bichos del bosque siguen jugando y nadie parece recordar a los inquilinos de la caja de cartón. Sin embargo, ya todos saben lo que pasa cuando uno no se prepara para la época invernal.

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Follado con Protección.

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